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El Dominio del SER en la Gestión y Desarrollo del TALENTO POLÍTICO: Hacia el YO POLÍTICO ECOLÓGICO (4 de 8)

«Antes de hacer algo, se debe ser alguien». Estas palabras de Goethe sitúan la primera ubicación del rendimiento político en el interior del actor político. Dado que la verdad precede a la confianza y ésta al compromiso, este dominio de uno mismo es el primero de los dominios del actor político para desarrollar una política confiable. El reciente seísmo cinegético con epicentro en Bostsuana ha puesto de relevancia la importancia capital de esta confiabilidad como eje gravitatorio de la credibilidad de cualquier actor político. Como atributo o cualidad, la credibilidad es el resultado de la adecuada gestión de un sentimiento como es la confianza: se cree cuando se confía. La opinión pública(da), sintiendo que no se ha sabido ser [beneficiándose de privilegios anacrónicos] ni estar [en un contexto de grave crisis económica], se ha pronunciado advirtiendo que sin ser, hay poco que hacer y menos que obtener.


(Dimensión #1) Saber Ser: el Yo Político. El saber ser [Identidad Competencial] constituye la piedra base primera sobre la que edificar la Competencia Política y se compone del querer ser y del poder ser. El primer requisito para saber ser actor político es querer serlo, input explicado por la variable vocacional, esto es, la inclinación o disposición personal hacia la praxis política. Una política confiable exige que, con-fluyendo con la alineación ideológica del partido político en el que se milite, se sea capaz de in-fluir en el comportamiento de los grupos de interés, para lo cual, es condición necesaria que el rol político fluya y emerja del interior del actor político, sin ser una impostura cosmética (psicológica o conductual), desde una integridad innegociable. Y se necesita un motivo que permita fluir. Aunque motivos para acceder a la política hay tantos como actores políticos, no todos esbozan a priori un trayecto compatible con el desempeño de una política confiable.

En segundo lugar, para saber ser actor político, además de querer serlo, hay que poderlo ser: el Yo Político precisa de un adecuado coeficiente emocional (Goleman, 1999). Es necesario conocerse a sí mismo [autoconocimiento] para accionar [automotivación] y regular el propio comportamiento [autocontrol], dotándolo de atributos que incrementen el valor intangible atribuido por los grupos de interés y generen una favorable orientación actitudinal hacia el actor político [empatía y asertividad]. Si bien el 50% del Yo Político está genéticamente determinado [temperamento], el resto [carácter] es aprendido y por tanto, mejorable cumpliendo las exigencias y expectativas depositadas sobre el actor político. Un estudio reciente concluye que los atributos deseables en un actor político son la honradez, la cercanía, la competencia y disponer de una visión de futuro, si bien ninguno de los actores políticos analizados es valorado como honrado ni cercano por el 25% de los encuestados, ni con visión de futuro por el 20%, ni como competente por el 10% (Robles et al., 2008:8).

Sabiendo ser, el actor político tendrá un comportamiento ejemplar. La ejemplaridad es una categoría política fundamental por cuanto es la única manera de influir sobre las personas. Sabiendo ser, se logrará comunicar un comportamiento públicamente ejemplar sobre el escenario político de referencia y contextualizado en la cultura política de referencia. Aparentemente, la racionalidad del actor político no admite la heteronomía, haciéndole impermeable a los dictados de las normas del Otro Político. Sin embargo, la facticidad convierte al conjunto de actores políticos en una compleja red de influencias mutuas en la que todos, en forma de espejo, son modelos bidireccionales de comportamiento. El actor político no es inmune al ejemplo, sino que, mediante el proceso de comparación social al que le someten quienes le observan, está rodeado de ejemplos interpares que le absuelven (cuando sean éticamente peores que el suyo) o le condenan (en caso contrario), que le convierten en modelo imitable sólo cuando alcanza la ejemplaridad (Gomà Lanzón, 2009). Y para los observadores del actor político la imitación es uno de sus mecanismos de interacción más potentes: a los 42 minutos de haber nacido, ya imitaban expresiones faciales con precisión (Valls, 2012:104).

A nivel organizacional, el impacto obtenido de un comportamiento ejemplar es la confianza derivada de la ética del comportamiento comunicado. Inspirado en una moralidad democrática, el corazón de la política de calidad es la ética, sin la cual no puede existir. Es el nulla politica sine ethica de Aranguren (Fernández y Francisco, 2008:960). El comportamiento ético es el sentir y actuar conforme a los valores morales y las buenas prácticas políticas, respetando las directrices y creencias normativas, aún cuando sean contrarias a intereses personales o de partido, por cuanto tales valores morales y buenas prácticas, deseadas y esperadas, prevalecen sobre aquéllos. En definitiva, el comportamiento ético consiste en hacer bien el bien, en actuar [técnicamente] de un modo adecuado y con bondad objetiva [ética], mientras que la conducta no ética consiste en hacer bien/mal el mal (Fernández Aguado, 2003). No se trata de parecer bueno, sino de hacer el bien.


(Dimensión #2) Saber Estar: el Yo Político Ecológico. El segundo nivel de la pirámide competencial corresponde al saber estar. Sabiendo ser actor político, no se será si no se saber estar en el partido político y con sus integrantes. No siendo suficiente con saber ser, se requiere además saber estar: un Yo Político Ecológico que se adecúe con plasticidad al dónde y al con quién se desarrolla la praxis política.

Este Yo Político Ecológico se compone del poder estar y del querer estar. Una semilla se convierte en planta cuando el sol, la humedad y la temperatura son favorables. Para poder estar, el actor político debe actuar en un entorno organizativo vivido como adecuado para una praxis política confiable, percepción condicionada por la Cultura Organizativa y el Clima Organizativo del partido político. La Cultura Organizativa proporciona al actor político un modelo de presunciones subyacentes que, tenidas corporativamente por válidas, definen cómo percibir, sentir y pensar colectivamente los problemas políticos. Tales valores y creencias determinan hábitos y costumbres y se manifiestan en lo que puede hacer (o no) el actor político. Por su parte, el Clima Laboral determina el ambiente emocional predominante entre los miembros del partido político y confluye en un Estado Emocional Corporativo, diagnosticable y tratable a través de la gestión de los sentimientos corporativos (Fernández Aguado, 2004) y que responde a cinco emociones básicas: miedo, enfado, tristeza, alegría o estabilidad (Oset, 2010:23). Este sentir compartido, con un efecto multiplicador (en positivo o en negativo) sobre el rendimiento del talento político disponible, depende de cómo fluye la información corporativa, cómo participa el actor político en los flujos de comunicación del partido político, de su influencia en las decisiones dentro de su esfera competencial, de su participación en la definición de objetivos a lograr y de la legitimidad percibida de los sistemas corporativos de supervisión y control.

Además de poder estar, el actor político debe querer estar: 6 de cada 10 personas hablan mal de su empresa, 2 de cada 10 quieren abandonarla y sólo 1 de cada 10 siente orgullo de pertenencia (Ginebra, 2010:30). Como afirma el profesor Fernández Aguado, el mayor fuego enemigo de una organización siempre es el fuego amigo. Justamente el «cuerpo a tierra que vienen los nuestros» de Pío Cabanillas. La eficacia preventiva de los riesgos derivados de hacer estar sin querer estar dependerá de la gestión del talento, es decir, de la captación y retención de los mejores: la sostenibilidad de cualquier partido político exige construir y mantener una reputación como empleador de valor, tanto para los actuales actores políticos como para los futuros. Además, en nuestra tecnodemocracia, saber estar depende del saber estar virtual, de la capacidad de eComunicación desplegada por el actor político desde su perfil digital. En un ecosistema comunicacional de creciente centralidad de los Social Media como canal de interacción política y en el que las burocracias se están transformando en infocracias (Subirats, 2011:36), al proyectar la huella de su Personal Branding en su Social Branding, el actor político deviene en factor medular de voto (especialmente del flotante), haciendo las veces de Community Manager desde su panóptico benthiano del siglo XXI. 

Cuando se puede y se quiere estar, el comportamiento del actor político es un comportamiento adaptado y homeostáticamente sincronizado con el cambio, suficientemente versátil para amoldarse adecuadamente a distintos contextos, medios y personas para alcanzar objetivos. Esta adaptabilidad requiere un sistema personal de creencias flexible que evite creencias rígidas (que no permitan una correcta comprensión de los escenarios cambiantes, dentro y fuera del partido político) y limitantes (que generen expectativas negativas sobre la acción). Lo esencial es identificar las creencias, juicios de verdad, que provocan conductas problemáticas y cambiarlas por otras más adaptativas, sin olvidar, como recordaba Einstein, que es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio. El impacto organizativo a medio y largo plazo del comportamiento adaptativo es la cuota de confianza y credibilidad derivada de la estética del comportamiento político, es decir, de un comportamiento político no disonante, no disruptivo, que evite que lo que haga el actor político hable tan alto que no se entienda lo que dice. En definitiva, proyectar un comportamiento políticamente responsable, teniendo en cuenta que el 83% de la información de percibe cualquier ciudadano la canaliza visualmente (Sharma, 2012:118): dicen más los escaños vacíos del hemiciclo que el discurso del orador que toma la palabra desde el atril.


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Como Modelo de Competencia Política en el ámbito de la Ciencia Política Aplicada, BeOK© es una guía práctica de actuación para el desarrollo de la Competencia Política del actor político, entendida como requisito psicológico necesario, que no suficiente, para mejorar el rendimiento político. BeOK© no asegura el éxito, pero no seguirlo sí garantiza el fracaso en la gestión del actor político. Para ser uno más, la Psicología [del Rendimiento Político] no es necesaria. Es recomendable para ser de los mejores e imprescindible para convertirse en el mejor (Marí, 2011:18).

Constituyendo una representación simplificada, BeOK© permite comprender el rendimiento político representando los rasgos psicológicos esenciales del tipo ideal [weberiano] de Competencia Política. Dado que los modelos están para usarlos y no para creer en ellos (Sodaro, 2010:42), su función es heurística: descubrir y comprender la actuación del actor político. El objetivo general de BeOK© no es fotografiar la Competencia Política, sino radiografiarla para contribuir a su comprensión (describirla y explicarla), actuando como patrón de análisis que permita la comparación de lo observado en la praxis ordinaria del actor político. Así pues, integra cinco objetivos específicos pautados en la siguiente secuencia:

(#1) Describir tanto los dominios como las dimensiones que forman y conforman la Competencia Política;

(#2) Enumerar los elementos [inputs] que configuran cada dimensión competencial y los factores [variables independientes] que influyen sobre cada input;

(#3) Identificar los comportamientos del actor político [outputs conductuales] e impactos organizacionales a medio y largo plazo [outcomes] generados por cada dimensión competencial;

(#4) Relacionar BeOK© con IntelKRATOS© para priorizar las guidelines de actuación del líder político facilitador en cada dimensión competencial y las técnicas de management político aplicables en cada una de ellas; y

(#5) Presentar un programa formativo para el desarrollo y la mejora continua del Capital Competencial Corporativo de los partidos políticos.

Situándose en un enfoque mixto de la Competencia Política, BeOK© contempla las tareas a desempeñar por el actor político [qué], los atributos personales que permiten su desarrollo eficiente [quién] y los requerimientos del contexto político y socio-organizativo en el que se llevan a cabo [dónde] (Echeverría, 2002:9). Así pues, conceptualiza la Competencia [de Acción] Política como el conjunto de conocimientos, habilidades, procedimientos y actitudes subyacentes en el actor político que, combinados, coordinados e integrados, adquieren sentido cuando son movilizados y accionados para una praxis política superior a un estándar de ejecución en el desempeño de un amplio abanico de contextos de acción política: desde la intervención en un mitin electoral hasta innovar en los contenidos de un programa electoral, pasando por la negociación para formar una coalición de gobierno. Así, la Competencia Política es la suma agregada de pequeñas competencias políticas observables conductualmente (evaluables y predecibles): comunicar, negociar, decidir, resolver problemas, innovar o tuitear, por citar sólo algunas.


Mediante el principio axiomático Be Doing to Get, BeOK© organiza la arquitectura de la Competencia Política en tres dominios básicos: ser, hacer y tener. El actor político lo es en función de lo que hace, binomio que determina los resultados que logra. Estos resultados [Dominio del Tener] están determinados por sus acciones y omisiones [Dominio del Hacer] y éstas, a su vez, dependen de la manera en que el actor político se observa a sí mismo (lo que es) y percibe su entorno político (lo que ve, en función de cómo mira) [Dominio del Ser]. Todo actor político actúa en función del observador que llega a ser: decide en función de cómo interpreta, formula y resuelve los problemas políticos, abriendo unas puertas y cerrando otras. Trenzados entre sí de este modo, estos tres dominios competenciales se estructuran en siete dimensiones competenciales organizadas y relacionadas de forma piramidal, siendo las precedentes condiciones necesarias de las posteriores. 




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Como tarea colectiva, el estudio de la Política puede ser abordado como estructura [Polity], proceso [Politics] o como resultado [Policy]. Como proceso, la Política es una secuencia de conductas individuales y colectivas encadenadas dinámicamente en la que interesan los comportamientos de los diferentes sujetos y se examinan sus motivaciones y formas de intervención. Como Modelo de Competencia Política y como Modelo de Liderazgo Político Facilitador, BeOK© e IntelKRATOS© se inscriben en este contexto de la política en acción, en un marco de trabajo delimitado por tres vértices que es necesario precisar antes de continuar.

 

(#1) El Actor Político como Epicentro. BeOK© se sitúa en el paradigma behaviorista de la Ciencia Política por cuanto focaliza su objeto de estudio en las conductas y actitudes del actor político, considerado individualmente y en sentido amplio: desde el Presidente del Gobierno hasta los 8.116 alcaldes con sus 68.462 concejales (Mir y Cruz, 2012:60), pasando por todas las personas que, sin desempeñar tareas de gobierno institucional, ejercen su actividad política desde las bases de cualquiera de las formaciones políticas existentes. 

El Comportamiento del Actor Político 
como Epicentro del Desarrollo del Talento Político
Así, no interesa tanto la perspectiva legista centrada en la norma jurídica que debe observar el actor político, ni las instituciones formales que constituyen su ecosistema político, como un enfoque positivista centrado en la observación estructurada del comportamiento político real, del componente psicológico de la praxis política. Si bien, la política se diseña y ejerce desde y en un escenario normativo e institucional determinado, son las personas que la desarrollan las que, en última instancia, desarrollan o no una política confiable. Con el mismo escenario pero con actores políticos diferentes [mayor desarrollo competencial] y liderazgos diferentes [facilitadores], los resultados obtenidos serían posiblemente más y probablemente mejores.

El Liderazgo Político Facilitador:
Un Liderazgo Distribuido CON y PARA el Actor Político
(#2) Liderazgo Político 2.0: Liderar con el Actor Político. El liderazgo político es una cuestión clave de análisis en Ciencia Política. No obstante, tradicionalmente los científicos sociales han focalizado su zoom analítico en el rol del líder político como candidato electoral, en su actuación orientada hacia sus clientes externos, potenciales votantes, posibles consumidores de sus propuestas de acción política. Siendo clave y necesaria esta perspectiva de análisis, IntelKRATOS© pretende complementarla focalizando su análisis en el rol del líder político como team builder, como gestor de equipos de trabajo, en su actuación orientada hacia sus clientes internos, los actores políticos que conforman los equipos de trabajo por él dirigidos. Dado que no se dirige a las personas, sino que se dirige con las personas, el liderazgo político, necesariamente, tiene que ser 2.0: interactivo, participativo, bidireccional y orientado a unos actores políticos a los que se les debe reconocer como agentes válidos y activos [prosumers] en la generación de contenidos de acción política. La integración de este enfoque permite a IntelKRATOS© transferir conocimiento del Management Empresarial al Management Político, ya que podemos aplicar nuevos métodos de análisis provenientes de otras disciplinas. El líder político puede evaluarse con los criterios de competencias directivas y de liderazgo utilizados en el ámbito de la dirección de empresas. Esta transferencia de modelos es apropiada (Álvarez y Pascual, 2002: 269).

El Líder Político Facilitador como Factor Clave
para el Desarrollo del Talento Político
(#3) Desempeño Facilitador y Excelencia en la Gestión de la Competencia Política: Liderar para el Actor Político. Centrado en las relaciones entre los procesos psicológicos y los fenómenos políticos y por tanto, en el ámbito de la Psicología Política, IntelKRATOS© se circunscribe en una de sus principales áreas de intervención: la personalidad política y el liderazgo (Garzón, 2008:15), aunque desde una nueva perspectiva. Tradicionalmente, estudiar el liderazgo político ha significado analizar su identidad [características], su cognición [estilo de pensamiento] y/o su dirección [orientación hacia los demás] (Garzón, 2008:17). Complementando este enfoque de atributos, IntelKRATOS© se centra en el rol del líder político como desarrollador de personas, en lo que debe hacer para desarrollar la Competencia Política de los actores políticos gestionados y lograr un rendimiento superior al estándar de efectividad establecido. Dado que el mayor talento es el de reconocer y desarrollar el talento ajeno, el desempeño eficiente del rol de team builder exige la adopción del liderazgo facilitador como estilo de liderazgo, es decir, potenciando al actor político que colabora con él y no por ni para él: se trabaja para el partido político con el líder y no para el líder político en el partido. Como activo corporativo más valioso, el actor político no es patrimonio del líder político, sino del proyecto político del que forma parte. El 40% de los empleados no aguanta a su jefe […] y un 30% considera que son incompetentes (Ginebra, 2010:32). Provenientes del sector empresarial, estos datos posiblemente son transferibles al ámbito político, máxime cuando la propia élite parlamentaria considera que los líderes políticos no son los mejores ni los más preparados (Robles et al., 2008:13). En todo caso, esbozan un amplio margen de mejora en la dirección de los actores políticos por parte de los dirigentes de nuestras organizaciones políticas. IntelKRATOS© hace suyo el concepto de excelencia para enfatizar la necesidad del líder político 2.0 de superar las expectativas de los actores políticos en lo relativo a la satisfacción de sus necesidades como clientes internos, proporcionándoles unos resultados de management por encima de los esperados y siempre priorizando el rendimiento corporativo.

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(IN)COMPETENCIA POLÍTICA Y (DES)AFECCIÓN HACIA LO POLÍTICO (1 de 8)

Como «formada en Psicología»Joana Ortega adujo un «error de transcripción» como la causa de habérsele atribuido, durante tres años y en varias webs institucionales, el mérito de ser licenciada sin serlo. Con un «querer saber lo que pasa en la calle» justificaba José María Michavila sus reiteradas ausencias en el Congreso de los Diputados y por las que fue sancionado por su partido. Nikki Sinclaire, eurodiputada británica, fotografió como, los viernes, varios eurodiputados «fichaban» a primera hora de la mañana [para cobrar 304€ de dieta] e inmediatamente se dirigían al aeropuerto. No contento con el vehículo oficial puesto a su disposición [A8], Ernest Benach encargó la instalación [por 20.000€] de una mesita, un reposapiés y una televisión. Réplica de José Antonio Monago a Xavier Trias por calificar de catastrófico el paso del AVE por Extremadura: «Si tens collons, m’ho dius a la cara» [«Si tienes cojones, me lo dices a la cara»] . Eslogan del cartel electoral elaborado por el equipo de campaña de José Antonio Griñán y difundido en Tuenti durante las últimas elecciones andaluzas: «Elije el camino de tus derechos». Envuelto por un audiovisual promocional en 3D por valor de 900.000€ y cinco años después de colocada la primera piedra, Esperanza Aguirre ha paralizado el proyecto de la Ciudad de la Justicia por falta de financiación: 100 M€ y sólo se ha construido uno de los dieciocho edificios del complejo. Casimiro Curbelo no ha registrado ninguna iniciativa, ni ha intervenido y ni siquiera ha formulado pregunta alguna en casi veinte años como senador. «Viva Honduras» gritaba en 2003 nuestro Ministro de Defensa estando de visita oficial en El Salvador. A finales de 2009, Anna Hernández ostentaba diez cargos políticos. Comparecencia en rueda de prensa de Óscar López días antes del 20N: «Les voy a dar tres argumentos de peso, de mucho peso, para votar el próximo domingo: uno tiene que ver con las pensiones, otro tiene que ver con el subsidio y las ayudas por desempleo y otro tiene que ver… Perdonen me he quedado en blanco». Nunca se conoció el tercero. Como Ministra de IgualdadBibiana Aído solicitó la inclusión de «miembra» en el diccionario de la RAE. «España participa en la Champions League de las economías mundiales: la que más partidos gana, la más goleadora y la menos goleada». Así valoraba José Luis Rodríguez Zapatero la economía española durante su «Legislatura del Empleo» ante el Congreso de los Diputados, seis meses antes de las elecciones generales de 2008. En estos meses, un Presidente de Gobierno compareciendo mediante un plasma. 

¿Cuáles son las consecuencias de este nutrido elenco de disidentes de la competencia política descritos por Mir y Cruz en su reciente trabajo de investigación? Las evidentes señales de alejamiento y hartazgo de la sociedad civil española respecto de la política están dibujando un contexto democrático de baja intensidad y de creciente escepticismo hacia lo político. Lejos de formar parte de la solución, ya hace un año, para 4 de cada 10 españoles la clase política es el tercer problema de España después del paro y la economía. Hoy, los datos son ostensiblemente peores. También hace un año, mientras el Indicador de Confianza en el Sistema Político [ICSP] se situaba en el 28,1%, el Indicador de Confianza Política [ICP] no superaba el 41,0%. Más de la mitad de los españoles [55,3%] valoraba la política como poco/nada importante, atribuyéndosele una importancia de 3,76 puntos en una escala de 10 y era percibida como emocionalmente tóxica: genera sentimientos negativos en el 81,9% de los casos [desconfianza, indiferencia, aburrimiento o irritación]. Hoy, los datos del CIS del mes de junio, nos muestran que más del 80% de los encuestados valoran como mala/muy mala la situación política actual. 
  
¿Cuál puede ser una de las soluciones para mejorar el cleavage socio-político que dibujan estos recientes datos del CIS? «Chico (Capital) busca Chica (Talento)» (Jericó, 2001). Una reciente campaña publicitaria de Thinking Heads mostraba: «Talento = Capital Intelectual + Capital Social + Capital Psicológico. Para tener éxito en el baile del Capital Económico debe saber cómo, saber con quién y añadir la actitud de poder hacer». Son palabras de Kjell Nordström, experto en estrategia corporativa, con las que expresa el valor que el talento sigue teniendo para la competitividad sostenible de cualquier organización. Según Pilar Jericó, para las primeras 500 empresas de Fortune, el talento corporativo es la variable que más correlaciona con el rendimiento corporativo, por encima de la solidez financiera, la innovación o la calidad en los productos y/o servicios. Para esta experta en transformación organizacional, el talento individual es la intersección que se produce (o no) entre tres dimensiones: la acción, la capacidad y el compromiso. Recogiendo este inmejorable testigo y transfiriéndolo al ámbito del Management Político, se relacionan aquí dos conceptos clave en cualquier partido político para mejorar su rendimiento en el baile del Capital Político, satisfaciendo las necesidades de la ciudadanía (y no necesariamente en clave electoral): (a) La Competencia Política de los actores políticos y el desempeño facilitador en su gestión por parte del líder político. BeOK© (como modelo de Desarrollo del Talento Política), y (b) IntelKRATOS© (como modelo de Liderazgo Político Facilitador).


Estas dos propuestas ofrecen pautas de management político para la mejora continua del rendimiento político mediante el desarrollo del Capital Competencial Corporativo. La clave está en cómo se gestiona el talento y no sólo en disponer (o no) de él. Así pues, la ecuación de la excelencia del liderazgo político se configura en base a una gestión ecológica de la Competencia Política del actor político mediante un estilo de liderazgo facilitador. Parafraseando a Jericó: «Chic@ [Partido Político] busca chic@ [Líder Político Facilitador] para relación estable [Desarrollo del Capital Competencial]».


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Los HÁBITOS del ACTOR POLÍTICO: ¿Cómo MODIFICARLOS para mejorar el TALENTO POLÍTICO?

(FUENTE: www.pilarjerico.com)

Desde Be-UpPilar Jericó nos ofrece una sugerente idea para facilitar y potenciar la modificación de hábitos. Desde que el profesor Fernández-Aguado nos propusiese la transición de la DpV (Dirección por Valores o Managing by Values) hacia la DpH (Dirección por Hábitos Managing by Habits), el Hábito se ha convertido en uno de los componentes esenciales del área de mejora de cualquier actor político, entendido como requisito necesario para mejorar su Talento Político. 

Acompañado de un Decálogo Conductual, la Fórmula del Hábito que propone Pilar Jericó (H=N+F+C) nos presenta una sencilla ecuación en la que los tres factores esenciales de cambio son la Necesidad, la Frecuencia y el ConocimientoAsí pues, las 10 reglas básicas para lograr modificar (malos) hábitos políticos por parte de líderes y actores políticos son las siguientes:

(#1) (Auto)Conocimiento. Concienciarse de la situación actual (mejorable). Sin percepción de necesidad de cambio, no hay cambio posible. No debe confundirse el (re)cambio político (más de lo mismo) por el cambio político (innovador). O se cambia o se hacen trampas al solitario.

(#2) Selección y Definición del Nuevo Hábito. Seleccionar y definir de forma concreta un nuevo hábito a adquirir. Sólo uno. 

(#3) Análisis Comparativo de Hábitos. Olvidando las viejas excusas que tan buen resultado dieron en el pasado, deben analizarse los malos hábitos políticos porque éstos serán los competidores del nuevo buen hábito en el mercado del Talento Político

(#4) Creación de Liturgias. Deben marcarse pautas de repetición destinadas a consolidar nuevos comportamientos. 

(#5) Inversión de Tiempo. Deben dedicarse un mínimo de 5 minutos diarios (y cada día) al nuevo hábito. 

(#6) Apoyo Social. Es aconsejable buscar el apoyo en otras personas compartiendo la intención y el esfuerzo del cambio con el círculo íntimo.

(#7) Entornos Adecuados. Buscar el entorno más adecuado para llevar a cabo las primeras acciones de cambio facilitarán el logro de los primeros resultados. .

(#8) Registro de Mejoras. Registrar las acciones realizadas y contrastarlas con los avances que se van logrando (así como las dificultades experimentadas). 

(#9) (Auto)Reconocimiento. Pavlov funciona y las endorfinas también… ¡Premiate!

(#10) Repetición. Y no te olvides de insistir, insistir, insistir… y repetir, repetir, repetir… en 21 días habrás creado un nuevo hábito.

FACTOR HUMANO en POLÍTICA: BeOK© como Modelo para el Desarrollo del TALENTO POLÍTICO Individual

RESUMEN: Actualmente, la Política es percibida por la ciudadanía como una actividad emocionalmente tóxica que suscita sentimientos de desconfianza y promueve comportamientos de desafección política. Todo ello refuerza una cultura política pasiva en la que la atonía social de los electores hacia los elegibles está transformando nuestro sistema político en una democracia de baja intensidad. Tratándose de un fenómeno complejo y multifactorial, el Factor Humano es una de las variables que mayor influencia ejerce sobre este contexto social hacia la Política. Presentando BeOK© como Modelo de Desarrollo del Talento Político, este artículo aborda los ejes esenciales sobre los que debe gravitar la acción individual de los actores políticos para, en su conjunto, avanzar hacia una Nueva Política Confiable. ¿Cuáles son los factores clave que permiten lograr unos resultados políticos excelentes?

ABSTRACT: Politics is currently perceived by the citizens as an emotionally toxic activity that arises a feeling of distrust and promotes behaviors of politic desaffection. All this reinforces a passive political culture in which social apathy of the voters towards eligible voters is transforming our political system into a low-intensity democracy. Being a complex and multifactor phenomenon, the Human Factor is one of the most influential variables acting upon this social context towards Politics. Featuring BeOK © as a Political Talent Development Model, this article discusses the most relevant elements which the individual action of political actors should rest on, so that they, as a whole, move towards a New Reliable Politics. Which are the key factors that enable politicians achieve an excellent performance?

Debido a un nutrido elenco de disidentes de la competencia política, lo político es demoscópicamente problema y no solución. En este contexto, paradójicamente, el factor humano es la variable que más y mejor puede coadyuvar a revertirlo porque, aunque la Política se ejerce en un determinado escenario normativo-institucional, son las personas las que, en última instancia, desempeñan (o no) una Política Confiable. En un mismo ecosistema pero con actores políticos diferentes, los resultados serían posiblemente más y probablemente mejores. ¿Cuál es el factor diferencial de excelencia? El Talento Político. Como modelo de Competencia Política, BeOK© describe y explica el rendimiento político ofreciendo pautas de desarrollo del talento político individual, considerado como factor necesario (que no suficiente) para alcanzar un desempeño político superior al estándar de efectividad, eficacia y/o eficiencia esperados. ¿Cómo? Dotando al actor político de unas guidelines de acción conducentes a nuevos y mejores resultados. Cualquier actor político lo es en función de lo que hace, binomio que determina lo que obtiene: sus resultados dependen de sus acciones y éstas de cómo se percibe a sí mismo y su entorno político. Agrupando siete dimensiones organizadas de forma piramidal, esta arquitectura del Talento Político integra los dominios del ser [Identidad Política], hacer [Acción Política] y tener [Resultado Político].


DOMINIO DEL SER: IDENTIDAD POLÍTICA. Antes de hacer algo, se debe ser alguien [Saber Ser] y con alguien [Saber Estar]. Todo actor político actúa en función del modelo mental que configura su identidad política: decide en función de cómo interpreta, formula y resuelve los problemas. Como deporte de contacto, la Política se juega desde los valores integrados en esta identidad política, generadora (o no) de confiabilidad. Honradez, honestidad y humanización son los valores que proyectan ejemplaridad pública. 

¿Impacto? La confianza derivada del comportamiento ético, corazón de la Política. No obstante y siendo de contacto, la Política es un deporte de equipo: sabiendo ser, hay que saber estar en el partido político y con sus integrantes, adaptarse con plasticidad al dónde y al con quién. De lo contrario, el actor político no se adecuará a los contextos, medios y personas para alcanzar sus objetivos y no podrá generar la confianza derivada de una estética del comportamiento político no disruptivo.

DOMINIO DEL HACER: ACCIÓN POLÍTICA. Como técnica social de construcción de futuro, la Política es acción: se es actor político para hacer política. Y para hacerla es necesario querer, poder y saber desempeñarla. Como deporte de riesgo, la praxis política exige motivación [Querer Hacer] y constituir una experiencia óptima que fomente fluencia volitiva: un estado de motivación intrínseca lo suficientemente alto como para que resulte satisfactoria a pesar de sus costes. Sólo así, el actor político logrará la a-fluencia de adhesiones mediante la in-fluencia sobre sus grupos de interés y con-fluyendo con su partido político. Pero una Política Confiable exige disponer de los recursos necesarios [Poder Hacer]: el actor político debe tener para hacer (recursos) y saber poder (Search Funding). 


¿Impacto? Entrepreneurship en forma de una adecuada orientación actitudinal hacia el make things happen por la que se asumen riesgos para identificar oportunidades de actuación política, haciendo de la Política el arte de hacer posible lo necesario desde una gestión proactiva del presente. En tercer lugar, la Política requiere técnica (individual) y táctica (grupal): un know-how [Saber Hacer], resultado del querer aprender y enseñar. ¿Impacto? Un Capital Competencial Corporativo entendido como la suma de todas las competencias políticas individuales: las que suman y multiplican y las que restan y dividen.  

DOMINIO DEL TENER: RESULTADO POLÍTICO. La tercera y última faceta del Talento Político lo ubica en el ámbito de los logros: se trata de  demostrar lo aprendido y coopetir políticamente aprendiendo de los resultados obtenidos. En la alta competición, las finales no se juegan, se ganan. Y para ganar, el conocimiento aplicado es la mayor fuente de poder personal del actor político: el 90% de su logro depende de que haga lo que sepa para evitar brechas de rendimiento. ¿Impacto? Eficiencia de resultados políticos [Saber Obtener] y construcción de una Inteligencia Política Colectiva orientada hacia una Organización Política Inteligente. Pero el reto deportivo no sólo consiste en ganar, sino en revalidar. Sabiendo obtener, hay que mantener lo logrado aprendiendo: ingresar para progresar [Saber Mantener]. Ingresar implica saber saber: incorporar y aplicar el nuevo aprendizaje sinergizándolo con los anteriores (2+2+2=9) y evitar un aprendizaje acumulativo (2+2+2=6). Aprendiendo a aprender, se progresa mediante un kaizén político innovador que transforma amenazas en desafíos y dificultades en oportunidades. 


¿Impacto? Una Organización Política Inteligente que metaboliza su Inteligencia Política Colectiva para construir relaciones confiables con una ciudadanía de la que ostenta su representación consentida.


(Este artículo ha sido publicado por MÁS PODER LOCAL en su Núm. 17 
que puedes descargarte en 


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