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INTELIGENCIA POLÍTICA 5.0: PENSAR, EMOCIONAR, CREAR, EJECUTAR Y COMPARTIR PARA HACER UNA NUEVA POLÍTICA CONFIABLE

«El sabio hace concepto de todo» «Más consigue una medianía con aplicación que una superioridad sin ella» «Tan necesario es tener estudiados los libros como las personas» «De nada vale que el entendimiento se adelante si el corazón se queda» «¿De qué sirve el saber si no es práctico?» «No basta la sustancia, se requiere también la circunstancia». Estos aforismos de Baltasar Gracián nos hablan, a modo de botiquín espiritual para tiempos turbulentos como los actuales, de algunas variables relacionadas con la Inteligencia Política 5.0, competencia de fluencia del actor político que inicia nuestro Dossier de Desarrollo del Talento Político.
El Coaching Político muestra como, para el actor político, la praxis política debe constituir una experiencia óptima que fomente su fluencia, entendida en el sentido dado a ésta por Csíkszentmihályi: un estado de motivación intrínseca y compromiso lo suficientemente alto como para que resulte satisfactoria a pesar de sus costes. El placer de hacer política como motivo para hacerla. Sólo así, el actor político logrará la a-fluencia de adhesiones y la in-fluencia sobre sus grupos de interés, con-fluyendo con su partido político. Por tanto, la Política como experiencia de flujo es una vivencia en la que conocer, sentir, emocionar, crear, hacer y compartir se integran armónicamente en la praxis política. Así pues, la Inteligencia Política incluye cinco facetas básicas: cognitiva, emocional, creativa, ejecutiva y socionómica (Figura 1).  
Gracias a su Inteligencia Cognitiva, ante la serie 2-4-6-8… el actor político la completa con el número 10. Es un problema teórico resoluble cuando se conoce la solución. Es la faceta de la inteligencia política relativa al pensar y que opera con razonamientos destinados a comprender información para resolver problemas abstractos. ¿Un CI elevado garantiza un rendimiento político excelente? No. Siendo necesaria, esta faceta de la inteligencia no es suficiente. Además de prácticos, los problemas políticos son problemas sociales que implican gestionar personas y grupos.
Dado que corazón y sentir conviven con razón y pensar, las emociones complementan el mapa de la Inteligencia Política, instalándola en otro ámbito distinto al cognitivo: la afectividad. Y el corazón es la memoria que no olvida: el carácter irascible  de Brown ante el electorado británico fue una de las razones que propició la victoria tory de Cameron en 2010. La Inteligencia Emocional del actor político determina su capacidad para establecer relaciones políticas constructivas dentro y fuera del partido político que incremente el valor-utilidad percibido por el Otro Político. ¿Cómo? Mediante su capacidad de autoconocimiento, autocontrol, automotivación, empatía y asertividad. Si pretende aglutinar adhesiones, implicar, motivar, comprometer, es indispensable que el actor político: (a) Conozca y re-conozca sus propias emociones; (b) Las regule adecuadamente; (c) Controle la propia motivación para poner sus emociones al servicio de sus objetivos; (d) Re-conozca las emociones del Otro Político; y (e) Regule emocionalmente sus relaciones con el Otro Político. «No os dirijáis a su cabeza, sino a su corazón». Estas palabras de Nelson Mandela inician el relato de John Carlin acerca de cómo del Nosotros Blanco y del Nosotros Negro se pasó al Nosotros Surafricano.
El actor político piensa, siente y emociona al Otro Político. Pero, ¿qué genera con todo ello? Ideas. Adecuadamente combinados, lo cognitivo y lo emocional configuran la Inteligencia Creativa del actor político, generadora de propuestas innovadoras de acción política y/o programas de gobierno. Pero, ¿por qué entonces muchos programas de políticas públicas excelentes a priori no logran los resultados esperados? Porque las ideas intangibles deben traducirse en realidad tangible pasando a la acción, haciendo o haciendo hacer.
Los problemas prácticos (por tanto, los políticos) no se resuelven al conocer las soluciones, sino al aplicarlas. Así pues, las acciones constituyen un cuarto nivel de la Inteligencia Política sustancialmente distinto a los anteriores: el operativo. Se trata de la faceta relativa a la Inteligencia Ejecutiva, una inteligencia práctica que dirige el comportamiento político integrando las tres competencias para la acción: elegir metas, elaborar los proyectos que conduzcan eficazmente a ellas y ejecutarlos. Es la inteligencia que decide y resuelve: ordena y selecciona los proyectos provenientes de la Inteligencia Creativa, definiendo después las tareas a realizar para desarrollarlos. Es la inteligencia que hace efectivas las inteligencias cognitiva y emocional: dirige lo pensado, sentido y creado para transitar exitosamente de lo proyectado a lo realizado. Inhibición de los impulsos políticamente disruptivos, deliberación, decisión y resiliencia son cuatro de los factores clave que conducirán al actor político a un adecuado nivel de Inteligencia Ejecutiva.
Pero la Política es un deporte de equipo que ha dejado de jugarse exclusivamente en las agrupaciones territoriales de los partidos políticos. Si no se adapta, el futuro del actor  político analógico en nuestra sociedad digital es más que incierto. Hoy, buena parte de la Política es en red y en la Red. Se trata de un nuevo ecosistema político que comparte, integra, coopera y colabora con una ciudadanía digital conectada y crowdcrática. En este contexto, la Inteligencia Socionómica del actor político le permite interactuar virtualmente con sus grupos de interés para gestionar con eficiencia los recursos sociales 2.0 disponibles. Y este sharismo está dibujando una e-poliarquía con la que debe interactuarse adecuadamente. Duplicando las logradas por McCain, durante su campaña presidencial de 2008, Obama consiguió donaciones por valor de 750 M$, el 67% de las cuales se canalizaron vía internet. MBO.com registró 13 millones de direcciones de correo electrónico, 2 millones de perfiles y 35.000 grupos de voluntarios. Los 2.000 videos de YouTube lograron 20 millones de visualizaciones y Facebook registró 3,2 millones de amigos. Hoy, nuevamente en campaña, su perfil cuenta con… ¡29 millones de amigos! Este capital social constituye una Inteligencia Política Colectiva inclusiva, distribuida, simbiótica, valorizada constantemente y coordinada en tiempo real. Una inteligencia resultado de la suma de todas las inteligencias individuales, un cerebro compartido. Una SA en la que cada accionista-prosumer aporta como capital sus capacidades de aprender y enseñar. Ante esta realidad, actor político y partido político deben ser permeables para crear Organizaciones Políticas Inteligentes, capaces de metabolizar sinérgicamente esta Inteligencia Política Colectiva.
Por cierto: ¿Qué tres cifras completan esta serie? 0-5-4-2-9-8-6-?-?-? @openkratia.

FIGURA 1. Facetas de la Inteligencia Política 5.0 como Competencia Política
(según BeOK© Modelo de Competencia Política desarrollado por Jorge GUERRERO GARCÍA, 2012)

Este artículo ha sido publicado en la Revista NUEVA POLÍTICA.net (Vol. 2, Edición Núm. 13, Págs. 71-72, ISSN 2256-3172) editada por la Escuela de Gobierno Tomás Moro (www.nuevapolitica.net).