El SISTEMA DE PARTIDOS entre 1977 y 1982

Texto académico de TEMA DE DESARROLLO en Prueba Presencial
Historia Política y Social Contemporánea de España
(Grado de Ciencia Política y de la Administración -UNED).
El sistema de partidos 1977-1982. 

A principios de 1977 y después del primer semestre de gobierno por parte de Adolfo Suárez, el momento político queda caracterizado por cuatro factores básicos:

- Claro retroceso de los inmovilistas.

- Afianzamiento de los reformistas.

- Avance de la oposición democrática que pasa de la presión de la calle a sentarse en la mesa de negociación. Durante la posterior fiebre asociacionista, llegaron a constituirse más de doscientos partidos políticos, aunque la conciencia del «voto útil» polarizó las fuerzas y acabó por centrar las opciones en unos pocos partidos políticos.

Estos tres primeros factores configuradores del contexto político de principios de 1977 se vieron fuertemente influenciados por la aprobación en referéndum (celebrado el 6 de diciembre de 1976) del proyecto de Ley de Reforma Política (LRP) presentado por Adolfo Suárez ante las Cortes meses antes. Habiéndose asegurado la neutralidad de las Fuerzas Armadas y negociado con los sectores del régimen el procedimiento de reforma, Suárez logró que las Cortes aprobasen su proyecto, dotando de legalidad el referéndum de ratificación de la LRP. El éxito cosechado por Suárez en el referéndum [1] le dotó de absoluta legitimidad para negociar ante la oposición (desde comunistas hasta demócratas-cristianos, pasando por partidos regionalistas) las políticas a seguir para llegar a unas primeras elecciones generales libres convocadas en España desde 1936.

Organizada en una Plataforma de Organismos Democráticos, la oposición articuló las siguientes peticiones en la negociación emprendida con el gobierno: (a) Convocatoria de Cortes Constituyentes, (b) Amnistía, (c) Legalización de los partidos políticos, (d) Reposición  de los Estatutos de Autonomía plesbicitados en los años treinta, y (e) Disolución de las instituciones de la dictadura [2].

- Fracaso de los intentos de militarizar el orden público en una confluencia de intereses por parte de grupos de extrema-derecha (Guerrilleros de Cristo Rey) y extrema-izquierda (GRAPO). Al quedarse fuera del nuevo sistema en gestación, actuaron en la línea de crear un clima de pánico que paralizase el proceso de instauración democrática. Esta postura quedó ejemplificada con la «Matanza de Atocha». No obstante, Atocha generó justamente el efecto contrario al pretendido.

En esta situación, se aceleró el proceso de negociación y de legalización de los partidos políticos. Sin permiso de los militares, Suárez legalizó el PCE. A partir de aquí, quedaba abierta la carrera a las elecciones de junio de 1977, las primeras desde 1936. En estas elecciones el voto se concentró en UCD (incluía antiguos azules y socialdemócratas) y PSOE. Estos dos partidos estaban flanqueados a derecha e izquierda por AP y PCE. El cuadro lo completaban varios partidos nacionalistas y regionalistas, que en ningún caso encabezaron los resultados de sus circunscripciones. Habían triunfado los partidos más cercanos al centro y dirigidos por líderes jóvenes con mensajes de cambio dentro de un orden. Suárez y González representaban una ruptura con el pasado. Fue la muerte ritual del padre. Se querían caras nuevas. PCE de Carrillo, AP de Fraga y Partido Socialista Popular de Tierno Galván cosecharon un rotundo fracaso.

En 1977 quedó configurado un primer sistema de partidos que no se parecía en nada al surgido en las elecciones de 1931: una nueva discontinuidad en una historia discontinua. La división izquierda/derecha no estaba ya cortada por la línea de clase social, ni de si monarquía o república. En 1931 los partidos que formaron el gobierno provisional obtuvieron una aplastante mayoría parlamentaria, en 1977 la divisoria izquierda/derecha (PSOE/UCD) resultó muy equilibrada. Tanto en la derecha como en la izquierda los triunfadores se situaban en la zona más cercana al centro, mientras que hacia los extremos quedaron dos partidos minoritarios y hubo un espacio de 25 diputados de partidos regionalistas-nacionalistas (7% del electorado). ¿Resultado? Bipartidismo Imperfecto: dos partidos habían aglutinado el 63% de los votos y se repartían el 80% de los escaños.

Al no haber mayoría de ningún partido, fueron momentos de negociación. Por eso Santos Juliá califica el trienio 1978-1982 como tiempo de consenso. El primer debate parlamentario se celebró a finales de 1977. Se trató acerca de ampliar la amnistía, superar los residuos de la guerra civil, hacer frente a la crisis económica, elaborar una Constitución, reconocer la personalidad de las regiones y nacionalidades y restablecer los derechos históricos de Euskadi. En su deseo de «llevar al Estado lo que ya estaba en la calle» y como muestra de su talante innovador, Adolfo Suárez fue quien por primera vez promovió una amplia amnistía. En julio de 1977 se celebró el primer debate parlamentario después de las elecciones del mes de junio. Todos los partidos políticos con representación parlamentaria tuvieron ocasión de exponer sus programas y objetivos políticos. Entre los propósitos enunciados destacó la ampliación de la amnistía. De hecho, lo primero que se debatió fue el proyecto de Ley de Amnistía presentado por varios grupos parlamentarios[3]. La idea de consenso que prevaleció fue la de olvidar el pasado y no utilizarlo como arma de lucha política. Por tanto, nadie que aceptase las nuevas reglas debía quedar fuera por motivos del pasado. La memoria de lo que todos valoraron como una trágica escisión política y social fue el elemento cohesionador que reforzó el consenso de todos. Así pues, la amnistía general promulgada en octubre de 1977 fue el primer peldaño de un proceso que, a través de una Constitución democrática, debía conducir al ingreso de España en la CE. En definitiva, dibuja un escenario, un tiempo y un espacio de consenso necesario para generar la estabilidad suficiente para fomentar y potenciar el inicio del nuevo proyecto de sistema político democrático y de monarquía parlamentaria que se encontraba en avanzado estado de gestación. El 23 de diciembre, la Ponencia Constitucional presentó el proyecto que habría de ser debatido por los grupos parlamentarios.

La expectativa de que una vez consolidada la amnistía general y promulgada una Constitución democrática el terrorismo iría menguando, no se vio cumplida. A medida que el proceso avanzaba, los atentados se incrementaban con el propósito de provocar a las fuerzas armadas. En 1973 hubo 4 atentados con víctimas mortales. En 1978 hubo 71 con 85 muertos, En 1980 91 atentados con 124 muertos. A las acciones terroristas, se añadió el malestar militar con algunas conspiraciones e intentos de golpes de Estado que el gobierno pudo atajar, aunque mostrando una progresiva debilidad, agudizada por la errática conducción del proceso autonómico.

Un sistema político asediado por numerosos y fuertes enemigos. El más grave problema radicó en que el partido del gobierno (UCD) en un proceso de fragmentación y descomposición interna que acabaría por devorar a su creador y disolver su producto. Después de una moción de censura presentada por el PSOE, de varias crisis de gobierno y de la pérdida de control sobre su propio grupo parlamentario, Suárez dimitió en enero de 1981. La sombra de la democracia volvía a ser débil. El 23 de febrero un intento de golpe de Estado a la vieja usanza ponía de manifiesto la fragilidad de las instituciones democráticas. La intervención del rey y la multitudinaria manifestación ciudadana devolvieron el impulso político necesario para seguir adelante en el proceso de consolidación democrática. El partido del gobierno acabó por fragmentarse en varios grupos. Leopoldo Calvo-Sotelo intentó reconducir la situación con el ingreso de España en la OTAN y con un pacto con el PSOE para ordenar el desarrollo autonómico y la celebración del juicio contra los golpistas del 23-F. Pero desasistido de su partido y con su propio grupo parlamentario torpedeando su política, adelantó el fin de la legislatura y convocó nuevas elecciones para el 22 de octubre de 1982.

Se ha señalado el año 1982 como el final de la transición. El día 28 de octubre se celebran las elecciones generales convocadas por un Leopoldo Calvo-Sotelo desasistido por UCD y con su propio grupo parlamentario «torpedeando» su política. Con una participación electoral del 79,8% del censo electoral (casi 12 puntos mayor que la registrada en las anteriores elecciones), el PSOE logró una aplastante mayoría absoluta (más del 48% de los votos emitidos, es decir, más de 10 millones de votos) que se tradujo en 202 escaños[4] (frente a los 107 escaños de AP, un 26,36% de los votos emitidos, es decir, más de 5,5 millones de votos). El PSOE tocó techo. Pero, hasta la fecha, ningún otro partido político, en ninguna otra cita electoral ha conseguido igualar o superar estos resultados. 

Ante esta prueba fehaciente de legitimidad de la democracia ante los españoles y sin haberse superado aún los peores efectos de la crisis económica iniciada en 1974, el gobierno formado por Felipe González se enfrenta a una de las situaciones más delicadas de la frágil democracia española del momento, la cual le presenta una serie de retos que bien podrían agruparse en dos grandes crisis: (a) Económica y (b) Política.

Crisis Económica: Inflación + Déficit + Paro.

Inflación superior al 15% anual que hacía estragos sobre el poder adquisitivo de la población y su renta disponible para el consumo, mientras otros países europeos como Alemania, Gran Bretaña o Francia registraban tasas de inflación del 4,5%, 5,4% y 9,6% respectivamente. Ante esta situación, el gobierno de Felipe González puso en marcha una política monetaria destinada a contener la inflación y que conllevó una devaluación de la peseta en noviembre de 1982 y un ajuste realista del tipo de cambio (que supuso una depreciación del 8%).

Déficit público en continuo aumento. El balance desequilibrado entre los ingresos y el gasto público acompañará al gobierno socialista durante toda su primera legislatura. No conseguirán estabilizarlo (incluso, reducirlo levemente) hasta mediados de su segunda legislatura, cuando Carlos Solchaga abandona la cartera de Industria y Energía y sustituye a Miguel Boyer al frente del MEH. Actualmente, el déficit público es considerado un fenómeno reciente por cuanto se produce por primera vez en el año 1977. Desde ese momento y hasta el año 1982, su financiación recaía exclusivamente sobre el Banco de España. Es precisamente a partir de la formación del gobierno socialista que la financiación del déficit público se orienta hacia los mecanismos de mercado, lo cual exigió la puesta en marcha y desarrollo de una política de Deuda Pública. Ante esta situación, el gobierno de Felipe González puso en marcha una política fiscal destinada a la contención del gasto público para conseguir controlar primero y reducir después el déficit público. En el año 1982, teniendo la Deuda Pública un marcado carácter creciente con respecto a la década anterior, aún se mantenía bastante lejos de los techos máximos que nuestra Deuda Pública alcanzó a mediados de la década de los 90.

Imparable destrucción de empleo con tasas de paro del 16,5% de la población activa. Ante esta situación, el gobierno de Felipe González puso en marcha una serie de políticas estructurales (en los ámbitos de la industria, la energía, la agricultura, la SS y la empresa pública) que, junto a una política salarial dirigida a la contención salarial mediante el establecimiento de acuerdos interconfederales, estaban destinadas al fomento de la creación de empleo.  

Crisis Política: Nuevo Sistema de Partidos Políticos + Terrorismo + Proceso Autonómico + Ingreso a la CE.

Después de las elecciones de octubre de 1982 se produce un cambio radical del sistema de partidos. El Bipartidismo Imperfecto deja paso a un Sistema de Partidos Predominante (escenario vigente durante las próximas dos décadas) en el que, además del triunfo rotundo del PSOE, se produce un/a:

- Quiebra y desmoronamiento del partido en el Gobierno y protagonista de la transición. Es la «Quiebra del Centrismo». UCD logró 11 escaños, es decir, un 6,77% de los votos, poco más de 1,4 millones de votos, demostrando ser una coalición de diversas «familias» no siempre bien avenidas, tal y como quedó de manifiesto por la dimisión de Adolfo Suárez como Presidente del Gobierno a principios de 1981 como consecuencia de las disensiones internas dentro de su formación política. Era el precio de no haber conseguido ir más allá de «una mera coalición electoral».

- Ascenso de AP que, con las cifras citadas más arriba, logró posicionarse en el Parlamento con un incremento de 97 diputad@s.

- Hundimiento del PCE. Sin llegar a los 900.000 votos (un 4% de los votos emitidos) sólo logró 4 escaños (es decir, perdió 19 diputad@s).

- Confirmación de los partidos políticos nacionalistas. Analizando la fisonomía regional del escrutinio de 1977 y 1982 se observa el potente latido regionalista en Catalunya: 1 de cada 2 votos emitidos en Catalunya 5 años antes ya era de tendencia marcadamente autonomista (el 20% del voto registrado fue comunista y el 30% socialista).

Resulta de interés analizar la evolución del arco parlamentario a lo largo de las EEGG de 1977, 1979 y 1982. Ofrece una excelente perspectiva histórico-evolutiva de nuestro sistema de partidos políticos (esbozando las matrices de trasferencia de voto que se produjeron después de cada una de las citas electorales).

Terrorismo de ETA asestando golpes. Entre los años 1978 y 1981, ETA asesinó a 264 personas. Durante la legislatura se produjeron más de un centenar de víctimas. Sólo en 1982 ETA asesinó a 37 personas. En 5 años (de 1978 a 1982) se registró un 1/3 del total de víctimas de ETA (829 personas).

Conducción incierta del proceso autonómico.

Obstáculos planteados por Francia para que España se incorporase a la CE. No se consiguió la integración con pleno derecho hasta el 01/01/1986.

Ante estos retos planteados al PSOE, el decálogo de las líneas estratégicas de actuación política del gobierno liderado por Felipe González (iniciado en 1982 y continuado en parte a lo largo de las siguientes legislaturas) fue el siguiente:

(#1) Sanear la economía adoptando medidas de ajuste,

(#2) Completar el mapa autonómico aprobando los Estatutos de Autonomía pendientes y la Ley Orgánica de Financiación de las CCAA;

(#3) Lograr un Ejército más reducido y eficaz, subordinado al poder civil;

(#4) Pactar con la Iglesia Católica la financiación de la red de centro privados de enseñanza primaria;

(#5) Reformar la Justicia;

(#6) Dotar al Estado de recursos suficientes para emprender Políticas Sociales que conformen el Estado de Bienestar,

(#7) Mostrar al empresariado la no voluntad intervencionista del Estado,

(#8) Reforzar las políticas de «vertebración» de España (con proyectos de obras públicas y comunicaciones);

(#9) Fomentar y potenciar la cultura española; y

(#10) Afirmar la presencia de España en el ámbito exterior (manteniéndola en la OTAN y logrando su plena integración en la CE, salvaguardando las relaciones bilaterales con EEUU).




[1] 94,2% de los votos emitidos fueron a favor y tan sólo un 2,6% de los votos en contra (registrándose una abstención del 22,3%).

[2] El Tribunal de Orden Público, el Movimiento Nacional y la Organización Sindical.

[3] Concretamente, los siguientes grupos parlamentarios: centrista, socialista, comunista, minorías vasca y catalana, mixto y socialistas catalanes.

[4] Supone el inicio de la Era Socialista entendida como el predominio más prolongado de un partido político elegido por sufragio universal en toda la historia contemporánea de España. De hecho, Felipe González, con trece años y cinco meses como Presidente de Gobierno, es el líder de un partido político que más tiempo ha permanecido en el poder, casi quintuplicando la anterior marca de O’Donnell (con cinco años y dos meses, entre 1858 y 1863).

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