Texto Ganador III Concurso Ensayo Politico AVAPOL - REGENERACIÓN DEMOCRÁTICA: CROWDCRACIA, SOCIEDAD CIVIL Y COMPETENCIA POLÍTICA.

Desde el «cuerpo a tierra que vienen los nuestros» de Pío Cabanillas hasta la abracadabrante apertura de una línea de crédito destinada a europeizar las soluciones del 30% de nuestro sistema financiero, nuestro proceso de consolidación democrática ha transitado del Estado del Bienestar al Bienestar del Estado. Un tránsito erosionado por un nutrido elenco de disidentes de la competencia política, ajenos a la máxima arangureniana nulla politica sine ethica. Desde el que con un «querer saber lo que pasa en la calle» justificaba sus reiteradas ausencias en la Carrera de San Jerónimo, hasta al que, tras veinte años como senador, no se le conoce intervención alguna en la Cámara Alta. Desde el que, descontento con el vehículo oficial asignado, instaló una mesita, un reposapiés y una televisión por valor de veinte mil euros, hasta la que adujo un «error de transcripción» como la causa de habérsele atribuido durante tres años el mérito de ser licenciada sin serlo. Desde el «Viva Honduras» gritado vehementemente estando de visita oficial en El Salvador, hasta el «dinero público no es de nadie». Desde el «elije el camino de tus derechos» como eslogan difundido en unas elecciones andaluzas, hasta la «diabetes» de una Ministra de Sanidad.
Con esta ensalada de dislates como entrante y la ubicuidad barcelonesa de quién simultaneaba diez cargos políticos como segundo plato, barómetro tras barómetro, la repostería del CIS obsequia con un ecosistema político desfavorable para que germine la calidad de nuestra democracia representativa. La desafección política y un creciente escepticismo de la ciudadanía ha propiciado una democracia de baja intensidad en la que la confianza hacia el sistema político se desploma y en la que, lejos de formar parte de la solución, la clase política es percibida como problema.
En este escenario de fractura entre lo social y la esfera de lo político, es prioritario que la democracia recupere su sentido transformador, igualitario y participativo. Si el desastre de 1898 propició un unánime afán regenerador con una retórica de la resurrección que proyectaba un futuro de salvación mediante el rechazo del presente, un siglo después, pero ahora desde una perspectiva cosmocrática, la sociedad civil ha evidenciado la protesta contra un presente democráticamente no representativo y desde una narrativa de regeneración política articulada en una democracia de lo común y una reconquista del espacio político. Esta búsqueda de la democracia perdida está significando reconstruir su principal componente: la legitimidad de su representación. Para ello, dos de los principales actores políticos, sujetos y objetos de esta regeneración democrática, redefinen el modelo de interacción política: mientras la sociedad civil tendrá que continuar activando el cambio iniciado, los partidos políticos tendrán que facilitar una permeabilidad que lubrique su legitimidad institucional.    
Desde la perspectiva de la sociedad civil y superando el actual monocentrismo elitista, es tiempo de un policentrismo pluralista en el que, además de participar políticamente transaccionando votos, se necesita hacer política participando en relaciones de consenso. La democracia del siglo XXI no sólo es una forma de gobierno, sino que constituye una nueva concepción de sociedad caracterizada por ser: (a) Inclusiva, con políticas compartidas y oportunidades de participar en la definición de una visión concertada; (b) Igualitaria, en la que a cada posición ha dejado de serle adscrita una persona y a cada persona un lugar y función; y (c) Democrática, en la que, desde un sentimiento de no-representatividad de las élites políticas, se tiende a una crowdcracia por la que, desbunkerizándolas institucionalmente, estas élites política tendrán que aprender a hacer política con la ciudadanía y no sólo para la ciudadanía. Cuestionando su intermediación y el conjunto institucional derivado de su arquitectura representativa, esta crowdcracia exige una política común, construida desde y para una comunidad auto-organizada, en la que la sociedad civil, como prosumer de acción política, tiene la posibilidad de pertenecer y generar valor político. ¿Cómo? Internet ha aumentado exponencialmente su acción colaborativa construyendo una Inteligencia Política Colectiva 2.0 distribuida, simbiótica y valorizada en tiempo real. El ciberoptimismo generado por el pluralismo reticular de las TIC ya apunta hacia una e-democracy.
«¿Pero tenemos algo que decirles?» respondía Marconi a su colaborador cuando éste, regocijado con la nueva radiotelegrafía, exclamaba: «¡Ya podemos hablar con Florida!». Desde la perspectiva de la clase política, ¿qué tiene que decirle a la ciudadanía crowdcrática? Cualquier propuesta de regeneración democrática bottom-up deberá ser empoderada por una clase política, erigida en palanca amplificadora de cambio de las nuevas conexiones del cleavage socio-político. Para recuperar la confiabilidad y credibilidad perdidas, su discurso renovado deberá transpirar competencia política, condición necesaria, aunque no suficiente, para articular la nueva  realidad política. Así pues y normativamente, este emergente escenario crowdcrático precisa de una clase política que:
(a) Sepa ser y estar: desde un yo político ejemplarmente ético deberá evolucionar hacia un yo político ecológico estéticamente adaptado al nuevo contexto de acción política;
(b) Sepa, pueda y quiera hacer: desde el capital competencial de un sólido know-how político, deberá facultar y empoderar el compromiso político de la sociedad civil, mostrando una voluntad inequívoca en este sentido; y
(c) Sepa obtener y mantener: desde el aprendizaje continuo del resultado político, deberá gestionar el impacto corporativo sobre los partidos políticos (como Organizaciones Políticas Inteligentes) de las sinergias generadas por la Inteligencia Política Crowdcrática.
En definitiva, sólo las sinergias entre los dos principales actores políticos posibilitarán que la política recupere su ethos orteguiano de acción orientada, no sólo a conseguir y conservar el gobierno, sino a transformar la realidad social circundante y construir un futuro inclusivo de todas las issues que aumenten el pulso vital de España. Conscientes de ello, emergen en nuestra arena electoral nuevas formaciones políticas que, desde una transversalidad ideológica, hacen gravitar sus propuestas de acción política en torno a esta insoslayable regeneración democrática. Aunque la RAE no introdujo la entrada «Politología» hasta 1989, hoy el objetivo es socializar democráticamente el arte de gobernar en sus tres dimensiones básicas: estructuras institucionales [polities], decisiones y resultados [policies] y procesos de regulación de los conflictos de intereses [politics].