¿Cuál es el valor que más admiras de la Política? ¿Y el que más
detestas? El mayor valor de la Política es su aportación a optimizar el Bien
Común, en beneficio de todos, por y para todos. Dado que decide quién obtiene qué, cuándo y cómo, la
Política hace (o no) posible lo necesario. Es en
esta contribución al procomún dónde reside su sentido transformador,
igualitario y participativo. Por este motivo, de muchas de las personas que se
dedican a la Política, admiro su vocación de servicio público, su generosidad
por invertir su tiempo y su talento en beneficio de la comunidad, en muchas ocasiones,
especialmente en la política municipal, de manera desinteresada. Gracias a todas
ellas, la Política es solución.
Al contrario, detesto a esas otras personas que, amparadas en la
presunción de servicio público, acceden a la Política para servirse de ella.
Detesto al senador que, después de veinte años, no se le conoce intervención
alguna en la Cámara Alta. Detesto al político empeñado en no parecer honesto ni
honrado. Detesto al fontanero a sueldo que bucea en las cloacas, institucionales
o no, de nuestra partitocracia. Detesto
al que, enfundado en cualquier de las delirantes banderas de las atalayas
identitarias, cierra quirófanos, desatiende a sus personas dependientes o no
paga a sus farmaceúticos. Detesto la Política que condena a la pobreza a una persona
empleada a tiempo completo. Detesto la Política del miedo que consuela un
presente de resignación y no ilusiona con la confianza en un futuro esperanzador.
Todos estos disidentes del talento político son los responsables de que la
Política, hoy y desde ya hace demasiado tiempo, sea problema.
¿Qué valor le das a la comunicación en la labor política de un
gobierno? Casi todo, pero no sólo en la acción de gobierno, sino en cualquier acción
política. La Política es comunicación: dado que lo que no se comunica no existe
y que es imposible no comunicar, Política y Comunicación son disciplinas consustanciales,
indisociables y permanentes. En nuestras democracias mediáticas y mediatizadas,
la Comunicación constituye un factor clave de éxito para cualquier actor
político que pretenda ser deferente
[relacionalmente], referente [socialmente], diferente [programáticamente] y preferente
[electoralmente]. No obstante, quiero subrayar nuestra tendencia congénita a la no-comunicación y la
complejidad que de ella se deriva para los procesos de Comunicación Política. Frecuente en lo privado, esta tendencia
se amplifica en lo público: el actor
político interactúa con una amplia gama de interlocutores, canales y contextos
que implican un amplio catálogo de barreras comunicacionales. Habitualmente, lo comunicado por el actor
político no se interpreta de forma congruente con su intencionalidad
comunicativa. Lo que quiere decir no es lo que dice; lo
que dice no es lo que se oye; lo oído no
es lo que se escucha; lo escuchado no es lo que se comprende; lo
comprendido no es lo que
se recuerda y lo recordado no es lo
que se aplica... por ejemplo, al votar.
¿Crees que los gobiernos comunican bien? En caso negativo, ¿qué falta? «¿Pero tenemos algo que decirles?» le respondió Marconi a un
colaborador cuando éste, regocijado con la nueva radiotelegrafía, le exclamó:
«¡Ya podemos hablar con Florida!». Como acabamos de comentar, comunicar es una
de las competencias políticas más difíciles de desarrollar y más limitadoras del
talento político. Me viene a la cabeza una comparecencia de Óscar López
días antes del 20N: «Les voy a dar tres argumentos de peso, de mucho peso, para
votar el próximo domingo: uno tiene que ver con las pensiones, otro tiene que
ver con el subsidio y las ayudas por desempleo y otro tiene que ver con… con… con…
Perdonen me he quedado en blanco». No obstante, en
ocasiones no es cuestión de saber comunicar, sino que, simplemente, no se puede
o no se quiere comunicar. ¿Por qué las comparecencias públicas a través de
plasma o las ruedas de prensa sin preguntas? ¿Para evitar espectáculos como el
de los «finiquitos en diferido en forma de simulación»? Mientras unos no saben
lo que dicen, haciendo las veces de tonto
útil afirmando, por ejemplo, que «los salarios no están bajando, sino
moderando su subida», otros no dicen lo que saben. Necesitamos más transparencia
y más coherencia entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace. Sólo
así se ganará credibilidad primero y confianza después.
¿Qué partido crees que comunica mejor y cuál peor? Tradicionalmente a la izquierda se le ha atribuido una mejor
competencia comunicativa que a la derecha. Desde el punto de vista formal, estos
días hemos asistido a un buen ejemplo con el debate entre Arias Cañete y Valenciano.
Si el candidato popular lo hizo mal el día D, pero lo hizo el D+1 con sus
declaraciones en el programa de Susana Griso. Y es que, en ocasiones, las cosas
son lo que parecen. No obstante, si nos sumergimos en el fondo comunicativo, las
propuestas progresistas basadas en el tótem «Nosotros Iguales» disponen de un
mensaje más permeable para un espectro sociológico más amplio. En cambio y
especialmente en contextos de crisis económica como el actual, las propuestas
conservadoras basadas en el mantra «Yo Libre» tienen un target natural más restringido. En estos
momentos y si es sincero, el marco de encuadre liberal para moldear la opinión
pública resulta menos atractivo. En términos de Análisis Transaccional, como el
de Lakoff, el Padre Estricto de los
conservadores, erigido sobre valores como orden, rigor disciplina, libertad o
autoridad, precisa, para fluir a nivel relacional, de un Niño Sumiso acongojado por el miedo. Y hoy, nuestro electorado,
especialmente el abstencionista, está instalado en el Niño Rebelde activado por la ira. Cuando el 25% de los niños
españoles están malnutridos o cuando cada tres minutos cae un niño víctima de
la pobreza que cena bocatas mágicos de
pan con pan para imaginarse lo que lleva dentro, los mensajes liberales
tendentes al repliegue del Estado están en desventaja frente al Padre Protector socialdemócrata que
ofrece solidaridad, igualdad, tolerancia o consenso.
Gutiérrez-Rubí,
el especialista en comunicación política, en una última entrevista dijo que «El
que pierda en las redes, perderá en las urnas». ¿Qué opina de tal afirmación? Recientemente, en el V Seminario #Politica2pto0 organizado por AVAPOL
y la Universitat de Valencia, José Luís Sanchís afirmaba que «en todas las campañas se rifan el 4% de los votos».
Teniendo en cuenta que, como afirman muchos analistas, entre ellos Luís Arroyo, en cada cita electoral
el voto flotante se sitúa en torno al 20%, a medio y largo plazo, las RRSS
serán un factor crítico de excelencia electoral. No tanto para captar votos del
adversario, sino para recuperar el de antiguos votantes, el de indecisos o para
movilizar a activistas, tal y como plantea Xavier Peytibí. Probablemente,
quién pierda mañana en las RRSS,
perderá las elecciones. Sin embargo, hoy por hoy, las elecciones aún no se
ganan en los Social Media, aunque sí pueden perderse. Conscientes de ello, nuestros
principales líderes políticos a nivel nacional [Rajoy, Rubalcaba, Cayo
Lara, Rosa Díez y Durán i Lleida] vienen desarrollando
estrategias de Branding Político 2.0 desde ya hace tiempo. Un estudio que
realizamos en openKRATIA a finales de 2012 para evaluar su eficiencia de uso de las RRSS [NetKRATOS©] puso de manifiesto que el 80% de sus recursos TIC son perfiles
digitales en RRSS. No obstante, hoy, la relevancia electoral de las RRSS es
relativa. Entre otros, por cuatro motivos: la preeminencia de los medios de
comunicación tradicionales, la brecha digital, la desafección digital hacia la Política y el uso que los actores políticos hacen de
las RRSS. ¿Sabían que, mientras Facebook y Twitter promedian conjuntamente en
España un consumo diario de 10’/usuario,
el de la televisión es de 240’/telespectador? ¿O que a los políticos citados,
que lideran el 93% de nuestra representación parlamentaria, les siguen tan sólo
el 1% de los usuarios españoles de Facebook o el 11% de los de Twitter, cifras
que, a su vez, equivalen al 3% del cuerpo
electoral? ¿O que el 93% de sus amigos
en Facebook no hablan de ellos en sus
conversaciones?
¿Piensa que hay cantera política joven independientemente del partido? Sin duda. Y un buen ejemplo lo tenemos en los movimientos sociales,
los cuales, con frecuencia, aglutinan verdadero Talento Cívico orientado a
organizarse políticamente al margen de los partidos políticos. Pero esta cantera política hay que saber captarla,
retenerla y desarrollarla para que los partidos políticos sean organizaciones capaces
de priorizar problemas, solucionarlos, liderar el cambio y competir
electoralmente. De lo contrario, se corre el riesgo de que comparezca una
Ministra de Sanidad hablando de «diabetes» o que se pierdan los discos duros de
la sede central de un partido político con responsabilidades de Gobierno. Si la
organización de un partido político sólo gravita alrededor de sus cuadros y
cargos electos, anula sí o sí las posibilidades de innovación y cambio social. Si
no somos capaces de cambiar este paradigma
de partido, estaremos anulando el talento de la cantera política. Génova o Ferraz continuarán fagocitando las
propuestas bottom-up de necesaria innovación que plantee esa cantera política. Además de por su
talento individual, Iniesta ha logrado la excelencia en el campo porque ha
existido una Masía encargada de captarlo, retenerlo y, sobretodo, desarrollarlo
en el entorno de un talento mayor: el colectivo. Nuestros líderes políticos,
más que generar seguidores, deben generar líderes que potencien exponencialmente
la viralidad de sus visiones estratégicas. Desde su talento individual, Iniesta
lideró en el campo la visión colectiva liderada por Guardiola desde el
banquillo y por Laporta desde los despachos. Necesitamos líderes de líderes que conviertan los partidos políticos en Organizaciones
Inteligentes capaces de metabolizar la Inteligencia Colectiva de las personas
que lo conforman, incluida, por supuesto, su cantera política. Y esto sólo se consigue
desde un disenso constructivo y abierto, nunca desde el consenso cerrado y obediente
al que los políticos de cuna se ven
abocados para lograr escalar posiciones en las listas electorales de turno. En
cualquier organización, los profesionales no son patrimonio de los líderes,
sino un activo de la organización. Cualquier profesional debe trabajar para la organización con el líder y no para el líder en la organización.
¿Qué opina del discurso de la regeneración política? ¿Está claro a qué
se refiere? Creo que es un discurso necesario, aunque
insuficiente por el modo en que se ha planteado hasta ahora. No hemos
conseguido superar un discurso meramente retórico y ambiguo, que no se ha
traducido en verdadero cambio. Es una especie de mantra oportunista del
que todos hablan, pero, en el mejor de los casos, sin ir más allá de fórmulas
cosméticas. El discurso de regeneración emergente en la sociedad española evidencia
la crisis de nuestra democracia
no-representativa y la necesidad de una democracia de lo común y de una
reconquista del espacio político. Su qué es la recuperación de la
legitimidad democràtica y su quién son los actores políticos
individuales, colectivos e institucionales, los cuales deberían aprender a
gestionar la confianza ciudadana. Hoy más que nunca, la Política se juega en el
mercado de las emociones y no tanto en el de las ideas. Necesitamos actores
políticos que confluyan e influyan en la ciudadanía para activarla y
convertirla en hacedora política. Mark Twain decía que «había tenido
muchos problemas, algunos de ellos reales». Si fuese un político en la España
de 2014, sin duda, se ocuparía de la regeneración política.
La imagen y la confianza que tienen los ciudadanos de los políticos
está por los suelos. ¿Qué consejos u opinión tiene para poderla mejorar? Más que aconsejar, prefiero proponer dos iniciativas concretas: un
nuevo modo de gestionar el Factor Humano en Política y una gestión pública
transparente.
Como comentaba antes, transpiramos desafección hacia lo político y
desconfianza hacia los políticos. Necesitamos una Política confiable. Como las causas
de esta democracia de baja intensidad son
múltiples, las soluciones también lo son. Uno de los factores que más y mejor pueden
coadyuvar al logro de esta Política confiable es el factor humano: gestionar y
desarrollar el talento político disponible desde un nuevo paradigma. ¿Cómo? Trabajando individualmente [actor
político], corporativamente [partido político] y a nivel de líderes políticos, correa
de transmisión de las dos primeras dimensiones. La clave no sólo está en
disponer de talentos individuales, sino también en saber gestionarlos
colectivamente. Desde openKRATIA proponemos desarrollar el Talento Político Individual [BeOK©]
y el Corporativo [IntelKRATOS©].
Por otra parte y partiendo del oGov como hábitat necesario para esta Política
confiable, mi segunda propuesta apunta hacia una gestión pública transparente:
la transparencia debe ser un eje fundamental de cualquier acción política. La
confianza y la credibilidad sólo podrá recobrarse visibilizando las decisiones públicas
y permitiendo que sean observadas por la ciudadanía, ante la que se debe rendir
cuentas de la gestión encomendada. En este contexto, quiero destacar el Sistema Español de Acreditación en
Transparencia [SIESTRA] desarrollado por la Asociación
Española de Acreditación de la Transparencia [ACREDITRA].
Abriendo la Administración Pública a los ciudadanos,
constituye una inmejorable oportunidad en términos de confianza,
legitimidad y eficiencia. Además de suponer una adaptación a la nueva
legislación, incluye un modelo de acreditación que supone un plus de
credibilidad, objetividad y legitimidad en la rendición de cuentas.
¿Hay confianza en los medios de comunicación? Depende. Si hablamos de los mainstream media, creo que no. Jardiel
Poncela dijo que «los periódicos sólo publican dos verdades: el precio y
la fecha... Y al día siguiente
desmienten una de ellas». Si analizamos el sistema
de propiedad de nuestros conglomerados mediáticos, vemos que unas pocas
personas controlan la mayoría de los medios: sólo el Grupo PRISA posee más de 400
emisoras de radio. En una democracia mediática,
los efectos de esta concentración de poder no son positivos: sólo llega a ser
importante aquello que antes lo es para
los medios y en los medios. El frame en el que la ciudadanía interpreta
la Política depende de las portadas de las grandes cabeceras, de las aperturas
de los informativos o de los contenidos de las tertulias radiofónicas. Esto
hace que opinión pública y publicada se confundan porque, abandonando
su rol de intermediaros independientes de información, los media generan opinión
parcial y dependiente. De forma natural, imponen
su encuadre. Como resultado
de la alianza tácita Poder Político-Media
para comunicar lo que interesa de la que habla Chomsky,
los media establecen lo noticiado
de entre lo noticiable y deciden qué
excluir de los quioscos. En definitiva, la Política
mediática que conoce la ciudadanía no es la Política en sí, sino una visión
sesgada.
Pero si hablamos de los grassroot
media, la situación es más alentadora. La auto-comunicación de masas que
permite Internet actúa, con la posología adecuada, como eficaz antibiótico
contra esta infección de la editorial
única. Hoy, Internet y las RRSS ya definen también los discursos que
proporcionan pertinencia, coherencia y significado. Hoy, permiten la difusión de contenidos generados por la ciudadanía y por tanto, su
diversificación. Sin embargo, la extraordinaria oferta [infoxicadora] de contenidos
digitales acaba devaluándolos. Por ello, el nuevo valor consiste en filtrar y
agregar contenidos y no tanto en generarlos. En todo caso, es un tema de vital
importancia porque el modo en cómo se conforma la opinión pública condiciona
directamente el funcionamiento democrático.
¿Qué opinión tiene de iniciativas como la AVCP que trabajan y estudian
la Política desde el ámbito de la comunicación, la estrategia o el Marketing? Excelente. Os felicito por la encomiable tarea que desempañáis en el ámbito
de la investigación, análisis y apoyo de los procesos democráticos y
electorales en la Comunitat Valenciana. Además, lo hacéis desde una necesaria y
enriquecedora perspectiva interdisciplinaria en la que agrupáis a profesionales
procedentes de muy diversos ámbitos de conocimiento, desde las Ciencias de la
Información, hasta la Ciencia Política pasando por las Nuevas Tecnologías y otras
disciplinas sociales afines. Destacaría vuestro trabajo para reconocer el
protagonismo que debe tener el Asesoramiento y la Comunicación Política como
disciplinas con identidad propia. Por último y no por ello menos importante,
quiero subrayar vuestra vocación hacia el ejercicio independiente de la Consultoría
Política, al margen de afiliaciones políticas. ¡Enhorabuena!
¿Algo a destacar para nuestros lectores? La Lingüística nos dice que con el lenguaje construimos nuestra
realidad, que con las palabras edificamos nuestros marcos de actuación. Pues
bien, la RAE no introdujo la entrada «Politología» en su diccionario hasta 1989.
Hace tan sólo 25 años no disponíamos de una palabra oficial para referirnos a nuestra disciplina de conocimiento y, a
la vez, pasión compartida. Nos queda mucho por aprender, mucho por compartir y
más por construir. Muchas gracias a vuestros lectores por su tiempo y por su interés
por la AVCP. Y muchas gracias a la AVCP por vuestra invitación. ¡Un saludo para
todos!