El pasado miércoles se presentó oficialmente en Valencia GOBERNATIA Escuela de Liderazgo y Alto Gobierno con un gran éxito de asistencia.
Como Subdirector de la Escuela de Liderazgo (Área de Liderazgo Público) tuve la oportunidad de participar con una breve intervención que os comparto.
Buenas tardes a
todas y a todos.
Dicen los expertos en Oratoria que un discurso debe
cumplir tres condiciones: que sea corto, breve y, a poder ser, que no sea muy
largo.
Así que sólo me gustaría compartir con ustedes cuatro
agradecimientos y un deseo.
El primero de los agradecimientos es para José Luís,
Ofelia y Héctor. Gracias por depositar vuestra confianza en mi persona y en mi
trabajo para acompañaros en vuestro sueño. Dicen que el éxito consiste en obtener lo que deseamos
y la felicidad en disfrutar de lo que obtenemos. Hoy, aquí y ahora, con
vosotros, soy un poco más feliz.
Decía Churchill que «en Política los tiempos son más importantes que en gramática». Y
ahora es el momento de Gobernatia. Y lo es por su visión innovadora. Hay dos clases de innovación: una horizontal que
consiste en cambiar de respuesta y otra vertical que consiste en cambiar de
pregunta. Gobernatia cambia las respuestas, pero sobretodo las preguntas.
Innovar requiere tres pasos: tener una buena idea, darse
cuenta que lo es y convencer a los demás. Hoy, aquí y ahora, empezamos a dar el
tercero de los pasos. Los dos primeros ya los han caminado Ofelia, Héctor y
José Luís.
De corazón, muchas gracias a los tres.
El segundo de mis agradecimientos es para mis
compañeros del Equipo Directivo de Gobernatia: Joan, Eva, Silvia, Carolina y
Manuel. Muchas gracias por vuestra acogida. Para mí es un regalo compartir este
equipo.
En tercer lugar, quiero agradecer al Claustro de
Docentes y Expertos la confianza con la que han correspondido a la de Gobernatia. La Inteligencia
Colectiva de su conocimiento es lo que nos convierte en una Organización
Inteligente, con una propuesta de valor excelente. Nuestro gran activo
intangible es el saber hacer multi- e
interdisciplinario de este equipo de excelentes profesionales y académicos. Y
se trata de un activo de gran valor porque, al decir de Jorge Wagensberg, las disciplinas
del conocimiento crecen por sus costuras, es decir, por interdisciplinariedad.
Así pues, fusionar saberes, gestionar conocimiento, será un tag fijo en la bandeja de entrada de
tareas pendientes de Gobernatia.
El cuarto y último de mis agradecimientos es un
agradecimiento a futuro. Muchas gracias de antemano a todos los alumnos y
alumnas que, a no tardar mucho, invertirán su tiempo en Gobernatia y con Gobernatia para
mejorar no sólo sus resultados, sino sobre todo sus desempeños. Ellos y ellas son nuestra verdadera razón
de ser. Os esperamos con los brazos abiertos. Sólo quiero recordarles una cosa:
sus mentes serán como un paracaídas. Sólo serán útiles cuando se abran. De lo
contrario, caída libre a una velocidad aproximada de 50 m/s, es decir, entre 180
y 200 Km/hora dependiendo del peso corporal.
Hechos los agradecimientos, vayamos a por mi deseo.
No sé qué pensarán ustedes, pero yo estoy con Javier
Fernández Aguado cuando dice que una persona con posición de gobierno tiene
tres formas de fracasar: no logrando resultados, no respetando la dignidad de
las personas que trabajan con él o ella y combinando las dos anteriores.
Quiero centrarme en la segunda de las formas de
fracasar. En los años cuarenta, el gran problema que tenía Henry
Ford a la hora de contratar personal para sus fábricas era que, y cito
literalmente, «pido dos brazos y me
llegan con cerebro». Triste ¿verdad? Afortunadamente, hemos evolucionado. Setenta años
después, Steve Jobs decía que «no tiene
sentido contratar a personas inteligentes y decirles lo que tienen que hacer. Apple
las contrata para que nos digan qué tenemos que hacer».
Si, como Ortega, me refiero a Gasset y no a Joana, queremos
hacer de la Política el arte de hacer posible lo necesario, necesitamos
gobernantes que nos lleven a lugares mejores, a lugares en los que nunca hayamos
estado. Personas que dirijan con la mente y lideren con el corazón. Personas
que escuchen para comprender y no para excusarse. Personas que seduzcan pero que
también enamoren. Personas que, con su capacidad de liderazgo,
sean diferentes (es decir, innovadores), referentes (es decir, resonantes) y preferentes (es decir, confiables). Y este es mi deseo para la Escuela de Liderazgo de Gobernatia:
ser capaz de sumar en la
formación para el desarrollo del Talento Público y el empoderamiento del
Liderazgo Público. Y siempre desde un enfoque humanista, siempre desde las
bases éticas y estéticas del Factor Humano puesto a disposición del procomún.
Vivir es una cosa. Existir o durar, otra. En lo
profesional, vivir es trabajar con pasión. Una vez le preguntaron a Juan XXIII:
¿Cuántas personas trabajan en el Vaticano? «Creo
que aproximadamente… la mitad», contestó. No podemos vivir así. No queremos
durar así. Vivir es equivocarse con frecuencia… en cosas diferentes. Vivir es
aprender. Porque mi pasión es enseñar, quiero aprender. Y porque quiero
aprender, quiero que en Gobernatia nos equivoquemos. Estaremos aprendiendo a triunfar.
Querrá decir que en Gobernatia respiramos optimismo y no pesimismo, que nos activa
la dopamina y no los corticoides, que percibimos oportunidades y no amenazas y
que sentimos confianza y no miedo. Por cierto… también quiero que acertemos…
¡aunque sólo sea de tanto en tanto!
Y acabo ya.
Decía Picasso que un pintor pinta lo que vende y un artista
vende lo que pinta. En esta diferencia radica el reto de Gobernatia como Escuela de
Liderazgo y Alto Gobierno: ser artista y no pintor en la formación para el
desarrollo de personas, ya sean líderes, gobernantes, candidatos o futuros
cargos electos. Nuestro verdadero reto es contribuir a que el Liderazgo y el
Alto Gobierno no se mida por la altura jerárquica de las posiciones de gobierno
en un organigrama institucional, sino por la estatura intangible de su humanismo,
de su responsabilidad y de su capacidad para transformar y mejorar las
condiciones de vida de quiénes un día le otorgaron su mayor activo público: su
confianza política.
Quiero acabar mi intervención con un pensamiento que
me parece especialmente bonito y con el que acostumbro a despedir mis
seminarios. Es de Gandhi y en él nos invita a «vivir como si fuésemos a morir mañana y aprender como si fuéramos a
vivir para siempre».
Muchas gracias a todos y todas por acompañarnos hoy.